Minimalismo digital, parte II. La web es un obeso mórbido
Editado el 25/02/2023
Este post es una continuación espiritual del anterior, “Minimalismo digital en el internet de hoy: ¿una tarea pendiente dentro del software libre?”. Ahí me centraba en reflexiones acerca del exceso en la tecnología de consumo y cómo parece enforcarlo el open source, aunque sus usuarios no son necesariamente los más afectados por esta situación actual.
Si bien el concepto “minimalismo digital” normalmente se orienta al uso responsable de la tecnología con cierto tufillo de autoayuda, creo que debería ser algo más técnico centrado en la funcionalidad de las cosas y por qué. Sin importar la plataforma, lo técnico tiene un peso importante, y los sistemas de escritorio como los PC no deben mantenerse al margen.
La obesidad de la web actual, dominada por las grandes tecnológicas (o gobiernos autoritarios como el chino, aunque eso es harina de otro costal) es un secreto a voces. Está en todos lados dilatando lo que toca, desde los aparatos conectados hasta lo más básico como páginas y servicios. Seguro que navegas por alguna de esas webs que normalmente tienen diseños pesados y cargados de publicidad, cookies, rastreadores y contadores analíticos de todo tipo. Parece que por ningún lado se quiere ahorrar ancho de banda o recursos (a no ser que se usen trucos). Y no, el aspecto sencillo a veces no corresponde al de sus entrañas… Pruebas de este exceso hay a montones: desde navegadores web comiéndose la RAM hasta páginas que para sorpresa de nadie cargan lento aún con conexiones a fibra, como las del grupo Inditex (muy populares en compras online en España). Ni qué decir del rastreo habitual desde proveedores y plataformas. Algunos recomendarán usar cosas como VPNs, pero lo cierto es que eso solamente añade una capa más a toda esta cebolla. Si hemos llegado al punto de que en el internet común y corriente se recomienda VPNs, es que definitivamente estamos pasando muchas cosas por alto.
Las técnicas de clickbait y relleno para alcanzar mínimos de extensión requeridos en artículos, así como el abuso del posicionamiento en buscadores, distorsionan muchas publicaciones e influyen en los resultados. En plataformas como YouTube la cosa no mejora: el estándar de los vídeos se ha alargado hasta los 15 minutos por la monetización publicitaria, cuando muchos podrían durar menos teniendo en cuenta las técnicas de edición — deberíamos pensar más a menudo en la cantidad de horas que invertimos en leer cosas y ver vídeos donde perfectamente el 50% podría ser paja — . Y no termina ahí, ya que esos autores necesitan favorecer todo tipo de algoritmos de recomendación y tendencias cada vez más complejos, que serán adaptados finalmente al usuario porque en segundo plano se registra todo lo que ve y le da like… y esto se repite una y otra vez en servicios vinculados a redes sociales. Una auténtica borrachera de información y técnicas repetitivas con un despliegue de medios tan exagerado como prescindible. Poner a la web a dieta supondría un cambio beneficioso en su funcionamiento y afectaría positivamente al usuario, así como ayudar a solventar la escalada artificial en los requisitos de hardware y software. Ya ni hablemos del tan comentado reciclaje de equipos antiguos, el aumento de su vida útil y la bajada de consumo energético.
La apuesta por la privacidad, eficiencia y sencillez es el pilar fundamental del software libre y el código abierto: la persona usando las herramientas, no las herramientas a la persona. Es todo un bote salvavidas, quizás el único, para mejorar el internet actual y futuro. Tal idea creada en los años 80 con el auge de UNIX fue clave cuando se gestaba la web 10 años después en manos de ingenieros como Tim Berners Lee. Todos los que estamos empapados de esas ideas y experiencias sabemos el valor que aportan, y su eficacia queda demostrada gracias al extenso currículum histórico. Y tal y como dijo en el New York Times Daniel Weitzner, científico investigador principal del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del MIT:
“(..) a Tim le preocupa cada vez más que el poder en el mundo digital esté en contra del individuo”
Hasta el bueno de Tim ve que esto no pinta bien.